Óscar Morales dibuja desde un lugar profundo, donde la palabra no siempre alcanza, pero el color y la forma sí. En esta exposición, vuelve al hospital que fue su casa, su refugio, su encierro, pero también su primer taller. Regresa con los brazos llenos de dibujos como quien trae flores a una visita larga. No vuelve para exhibir, sino para ofrecer.
Angelitos y personajes es el universo que Óscar ha tejido con lápices scriptos, intensos colores, sensibilidad y memoria. Figuras aladas de ojos abiertos, cuerpos que encarnan personajes de su mundo interior y exterior, entre ellos, él mismo, retratado como “El Poeta del Pueblo”. Seres que habitan paisajes imaginarios e idílicos, donde la vida aparece como celebración: luminosa, apacible, feliz. Algunos cuidan, otros simplemente están. Pero todos —cada uno— forma parte de ese imaginario que nació entre los muros del hospital y que hoy regresa a él como una ofrenda.
Este no es un arte aprendido. Es un arte sentido. Lo llaman Art Brut, ese lenguaje que brota sin reglas ni academias, pero con una fuerza que conmueve. Como una flor que aparece entre las grietas. Óscar no dibuja para gustar. Dibuja para existir. Y en cada trazo, nos entrega algo íntimo y algo verdadero.
Esta muestra no busca reconocimiento, busca conexión. Está dedicada a quienes aún habitan el hospital, a quienes recorren sus pasillos, a quienes —como él alguna vez— buscan compañía, alivio o sentido. Que sus dibujos sirvan como abrazo, como espejo y como testigo.
Porque a veces el arte no solo se mira: se recibe. Y cuando emerge desde los márgenes, desde lo herido, desde lo excluido, puede convertirse en un acto de luz.
Óscar quiso dedicar esta exposición a los pacientes y trabajadores del hospital como un gesto profundo de gratitud, memoria y pertenencia. Porque su arte nació aquí, y aquí desea quedarse: no colgado en una galería, sino latiendo entre quienes fueron parte de su historia.
